lunes, 12 de diciembre de 2011

Palabras dolorosas pero quizá totalmente sinceras.

Queridos lectores el día de hoy comienzo mi relato con el siguiente relato:

Palabras dolorosas pero quizá totalmente sinceras.

Normalmente cuando uno de nosotros se pierde rotundamente en el amor de una bella joven, comienza a creer que uno es 1000% especial, que sobresale de todos los demás (y no es por menospreciar a alguien en particular) pero de alguna forma se siente uno vivo, esa fuerza, esas ganas de hacer las cosas, por mejorar, por querer sobresalir con las pocas o muchas herramientas que la madre naturaleza nos dotó, pero eso sí con todo el corazón que nuestro amor infinito nos puede dar.
Esas ansias por saber de la persona amada, esas ganas por brincar de la cama por las mañanas esperando tener noticias y por hacer algo que la otra persona se dé cuenta.
Esa confianza que de nosotros brota sin darnos cuenta, esa facilidad por resolver las cosas casi sin darnos cuenta, ese sentimiento que brota desde lo más interno de nuestro ser de forma de ser nata.

Es curioso, cuando estamos enamorados, nos ponemos esa lente de color rosa para ver las cosas bonitas y maravillosas, aunque estemos en medio de una tormenta, seremos optimistas, alegres, vivarachos, animosos, llenos de júbilo.

No importa si tenemos 17 o 50 años, el corazón enamorado no conoce la edad ni los achaques de nuestro cuerpo, solo sabe que debe de amar y ansía ser correspondido.

Anhela esa mirada, esa sonrisa, esa broma de complicidad característica de cuando dos personas tienen un secreto del corazón.

Es fácil pensar que somos invencibles, que somos vencedores, que nada ni nadie nos detendrá.

Nos da fuerzas para continuar día a día con las adversidades de la vida cotidiana.

Nos brinda un castillo que vamos formando con el tiempo y que ese mundo maravilloso está conformado para la persona amada y que el sueño se va a realizar tarde o temprano.

Y así vamos pasando el día a día, con ilusiones, con anhelos, con esperanzas.

Y que todo lo obscuro de nuestro pasado será exactamente eso, pasado, que el presente y el futuro será lo que cuente para nuestra vida.

Que será la oportunidad de reivindicarnos de nuestros errores anteriores.

En una palabra, que todo será maravilloso porque hemos descubierto que esa increíble y bella personita se ha fijado en nosotros.

WOW, nos sentimos como pavorreales, que no nos cabe en el pecho tanto orgullo de sentirnos los elegidos.

¿Pero qué ocurre cuando nos vamos cuenta que tratamos volar, que tratamos de volar tan alto, que parece que somos como Ícaro con nuestras alas de cera que acercaron tanto al sol, que se nos comenzaron a derretir y nos caemos a la tierra?

Opps!!!, la caída en tremenda, nos damos con el todo el hocico y sin meter las manos.

Desafortunadamente cuando eso pasa, es demasiado tarde para remediar las cosas y para meter las manos o las patas.
Ya nada puede salvarnos del porrazo.

Pero quizá eso no sea lo peor, todavía algo más está por venir, como si todo nuestro castillo de ilusiones, anhelos y amor, se nos viniera encima, con ladrillos y todo.

Esa amargura inmensa e indescriptible que cada uno puede sentir y que nadie más podría llegar a comprender, se viene de lleno hacia nosotros.

Esa sensación de despertar a la realidad es totalmente abrumadora para nuestra conciencia y para nuestro corazón que a estas alturas, necesitará de una cirugía mayor para tratar de rescatar las heridas.

Pero el daño ya estará hecho y las cicatrices que esa experiencia nos dejó quizá seas irreparables a pesar de los años y en algunas ocasiones nunca llegarán a sanar.

Porque hay heridas que siempre seguirán sangrando a pesar de los años, a pesar de las alegrías, siempre estarán presentes, profundas y sensibles a aquella maravillosa personita de mirada bonita, sonrisa preciosa y voz angelical, que es abrumadoramente realista y que piensa que por así no la amo y que nos marcaron la existencia.

Algunas veces aspiramos a que se percate de nuestra existencia, después a que nos tome en cuenta, más tarde aspiramos a conquistar su amor.
Y vamos obteniendo algunas gratificaciones durante ese largo camino, obtenemos una mirada, después tenemos una sonrisa y el paso siguiente quizá, apresurado es conseguir un beso.

Ese beso que nos llene de fantasías, de recuerdas de las cosas que pasamos durante la “conquista” hacia la persona amada, de todos los esfuerzos realizados que solo cada uno de nosotros sabe lo que le habrá costado.

Pero ese beso, significa el primer paso para un camino lleno de obstáculos tendremos que sortear.

Pero… ¿Qué ocurre cuando nuestra amada nos dice que no le dará un beso a cualquiera que se lo pida?

Vaya, nos sentimos de lo peor, como si un balde de agua helada nos cayera encima en invierno.

Todas nuestras esperanzas se van por el caño, todos los ladrillos de nuestro castillo nos abollaran la cabeza y nuestro corazón queda hecho trizas.

Un profundo vacío nos inunda nuestra miserable existencia.

E irremediablemente pesamos, ¿Qué caso tiene nuestra vida si ni siquiera podemos aspirar al amor de nuestra amada?

Indudablemente nos decaímos, ahora nos toca ponernos la lente de color gris en donde observamos que las mismas cosas no eran lo que veíamos.

Que esa hermosa fachada está llena de grafitis obscenos y toda cacariza que hasta pena da mirarla.

Esa fachada ahora somos nosotros.

Con todos los defectos y todas las maldades expuestas a la mirada de todos.

Pues eso, es lo que siento hoy.

No está por demás invitarlos a que sigan mi odisea por tratar de levantar el ánimo que ahorita se encuentra por los suelos.

Agradezco su amable lectura y su paciencia para seguir con mis relatos.

Porque ahora les comentaré el origen de todo esto.

Hasta la próxima.